PISO DE ARENA
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) –
Antonio Medina acaba de hacer un aporte a la arquitectura popular cubana cuando, imposibilitado de comprar losas, cemento, y pagar a un albañil para poner un piso, rellenó su casa de arena.
La vivienda de la calle Primera y 240 está en pésimo estado, y el piso de tierra era un fanguero. Allí vive Antonio con su hija Natalí, de doce años, y escucha a Bob Marley todo el día en su vieja grabadora, mientras se gana la vida remendando zapatos.
Dice que el piso de arena tiene muchas ventajas. No hay que limpiarlo, si muere algún insecto en el suelo no hay ni siquiera que recogerlo, solo taparlo, y además es medicinal, da fuerzas en las piernas, es muy bueno para los pies y la columna vertebral. Y a Natalí le parece que está en la playa.
Antonio posee el récord de más intentos de salidas ilegales fallidas: diecinueve, y está inscrito en el Programa de Refugiados de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, donde espera, ansioso, el momento de dejar atrás a Cuba y sus absurdos.
Una de sus ideas más famosas fue el intento de construir, el año pasado, con varios tanques de zinc galvanizado, un submarino que impulsaría un motor de lavadora. Tuvo que abandonar el proyecto porque no encontró la forma de almacenar el oxigeno dentro de los tanques, y casi se ahoga.
También construyó una plataforma flotante de pomos plásticos amarrados dentro de sacos de yute, con la que pensaba cruzar el estrecho de Florida, pero cuando consiguió los equipos de navegación y la hélice, lo delataron a la policía y le decomisaron el artefacto.
Hasta el momento, de todos sus proyectos, el piso de arena es el único exitoso, aunque debe cuidarse de los robos, porque algunos borrachos de Jaimanitas sobreviven sacando arena de la playa para venderla a los constructores particulares, y así financiarse la bebida. Con una buena carretilla cualquier curda del barrio, pudiera mudarle su piso a otra parte.
LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) –
Antonio Medina acaba de hacer un aporte a la arquitectura popular cubana cuando, imposibilitado de comprar losas, cemento, y pagar a un albañil para poner un piso, rellenó su casa de arena.
La vivienda de la calle Primera y 240 está en pésimo estado, y el piso de tierra era un fanguero. Allí vive Antonio con su hija Natalí, de doce años, y escucha a Bob Marley todo el día en su vieja grabadora, mientras se gana la vida remendando zapatos.
Dice que el piso de arena tiene muchas ventajas. No hay que limpiarlo, si muere algún insecto en el suelo no hay ni siquiera que recogerlo, solo taparlo, y además es medicinal, da fuerzas en las piernas, es muy bueno para los pies y la columna vertebral. Y a Natalí le parece que está en la playa.
Antonio posee el récord de más intentos de salidas ilegales fallidas: diecinueve, y está inscrito en el Programa de Refugiados de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, donde espera, ansioso, el momento de dejar atrás a Cuba y sus absurdos.
Una de sus ideas más famosas fue el intento de construir, el año pasado, con varios tanques de zinc galvanizado, un submarino que impulsaría un motor de lavadora. Tuvo que abandonar el proyecto porque no encontró la forma de almacenar el oxigeno dentro de los tanques, y casi se ahoga.
También construyó una plataforma flotante de pomos plásticos amarrados dentro de sacos de yute, con la que pensaba cruzar el estrecho de Florida, pero cuando consiguió los equipos de navegación y la hélice, lo delataron a la policía y le decomisaron el artefacto.
Hasta el momento, de todos sus proyectos, el piso de arena es el único exitoso, aunque debe cuidarse de los robos, porque algunos borrachos de Jaimanitas sobreviven sacando arena de la playa para venderla a los constructores particulares, y así financiarse la bebida. Con una buena carretilla cualquier curda del barrio, pudiera mudarle su piso a otra parte.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario