El otorgamiento del título de Doctor Honoris Causa el pasado 21 de marzo en la Universidad
Central «Marta Abreu» de Las Villas al ingeniero Adolfo Rodríguez Nodals, jefe del Grupo
Nacional de Agricultura Urbana, constituye un ejemplo del daño que se hace a los pueblos
cuando no existe libertad para desenmascarar los mitos que se tejen alrededor de hechos
Y como Cuba se ha consolidado como una cofradía de servidores ineptos, que en la práctica
no demuestran lo contrario, de nada vale el tan cacareado desarrollo científico alcanzado si
adquirir alimentos que te nutran medianamente durante unos días se hace inalcanzable para
un ciudadano común —sin mencionar de lo que guste o no al paladar, pues eso pasa aun.
No tengo duda de que el otorgamiento del Honoris Causa a Rodríguez Nodals será historia,
historia similar a la de Trofin Lysenko, que bajo la tutela de Iósif Stalin destruyó la agricultura
en la URSS y durante su reinado mandó al gulag a cuantos se opusieron a sus erradas hipótesis
sobre el desarrollo de las especies.
En realidad no seré yo quien le dé el beneficio en esta comparación con el padre del
lisenkoismo, pues solo somos 11 millones de habitantes; pero si le añadimos que demagogos
así dan conferencias y cursos en países latinoamericanos y de otras latitudes, mientras una
simple papa (tubérculo muy común en América) se ha convertido en una quimera en nuestra
Patria, entonces, Trofin Lysenko no ha muerto.
Trofin Lysenko no ha muerto
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