Los sicarios en moto estilo Venezuela, demuestran como el gobierno de Cuba asume los metodos utilizados por su mentor Hugo Chávez para masacrar y amedrentar al pueblo.
SANTIAGO DE CUBA – diciembre 12, 2009 (www.aplopress.com) La televisión cubana en la tarde y noche de ayer 11 de diciembre ha estado pasando un reportaje, de los acontecimientos sucedidos en la Habana durante la conmemoración por el 10 de diciembre, “Día de los Derechos”. Como es de suponer, las imágenes fueron editadas y sacadas a su conveniencia. No obstante, por otras vías hemos recibido imágenes más ajustadas a la realidad de los hechos, gracias a la colaboración de algunos colegas, como el periodista Carlos Serpa Maceira.
A partir de estas imágenes queremos iniciar nuestro análisis de hoy. Es verdad que nuestros luchadores políticos y sociales no tienen fogueo en el enfrentamiento directo con las fuerzas represivas. No era el modo operandi. Nuestra lucha estaba enfocada en las teorías de la lucha cívica no violenta, puesta en práctica en otras sociedades con una cultura democrática establecida.
El régimen cubano, como todos los sistemas totalitarios, impide los actos de protesta a partir de su organización, o sea desarticular el intento desde sus inicios, por lo que las manifestaciones públicas nunca se producen. Por razones no muy explicables las están permitiendo en estos momentos, algo que puede ser muy positivo si se sabe aprovechar.
Los slogan o consignas de las turbas procastristas, se mantienen inéditos desde los inicios del triunfo de la Revolución: “pin, pon, fuera. Abajo la gusanera”, los vítores a Fidel y ahora se ha añadido a Raúl, pero no cambia la intención. La oposición, con sus gritos más representativos, se acreditan a las “Damas de Blanco”, las que con justicia piden: ¡“Libertad, libertad, libertad”!.
Sin embargo, hay toda una serie de manifestaciones patrióticas de otras épocas, como que, se proscribieron y expresiones como, ¡Viva Cuba Libre!, ¡“Libertad, libertad, libertad”!., son patrimonios del gobierno, están implícitas dentro de las conquistas revolucionarias. El gobierno cubano -según ellos- son los continuadores de las luchas de los mambises y de las generaciones subsiguientes.
No obstante, hay cosas que están presentes en la psiquis del pueblo cubano, que se pueden explotar con asegurado éxito psicológico. Los gritos: ¡asesinos!, ¡asesinos!, ¡esbirros! si se aplican en la actualidad contra las turbas castristas, sería ubicarlas en el mismo contexto histórico de la lucha violenta en Cuba y ponerlas en imagen y semejanza con la dictadura de Batista.
Los gritos de ¡Vivan los Derechos Humanos! no convocan y no representan nada en la tradición de lucha del pueblo cubano. Tampoco las marchas silenciosas tienen impacto en nuestra población. Si de protesta pública se trata, hay que tener estrategia. Toda marcha tiene que tener un mensaje definido, de interés social, que se haga público en el acto. La oposición debe infiltrar en las turbas parte de sus simpatizantes para cuando se desencadene la violencia, provocar una riña tumultuaria. Utilizar sustancias urticantes, como polvo de “pica, pica”, lana de vidrio, etc. para tirar en el piso y que se riegue entre los participantes. Regar en el área cascaras de plátano u otras sustancias resbaladizas, para provocar caídas y también sustancias de olores fuertes y desagradables, que creen pánico en la población. Además los escenarios para las protestas deben ser elegidos con antelación y que desde el punto de vista táctico los favorezca, como pueden ser lugares bien concurridos: mercados, terminales de ómnibus y ferrocarriles, etc. o de difícil acceso, como plantas altas, puentes, etc.
La oposición tiene que tener las herramientas necesarias para documentar a los represores y sicarios. Luego de concluida toda marcha que sea reprimida deben buscarse las imágenes de aquellos que puedan ser reconocidos y emprender su búsqueda y localización, hacer públicas sus generales y comunicarle a él o ella y a sus familiares la responsabilidad penal que ha contraído por sus actos, en un proceso de apertura a la democracia.
La tolerancia a las protestas puede ser parte de un plan estratégico de elementos que forman parte de la cúpula de poder, pero que de una forma u otra, quieren ponerle fin al régimen castrista. La crisis generalizada en todos los órdenes, que afecta todas las estructuras de la sociedad, tanto en lo económico como en lo social, demanda acciones políticas urgentes y esta puede ser la salida. No se justifica el cambio de actitud de unas autoridades que han sabido conducir los manejos del poder de forma exitosa durante más de 50 años. Si es así, tenemos que ayudarlos a juntar factores desencadenantes, de forma espontánea, sin necesidad de armar una gran conspiración, pero que todos juntos sean una gran conspiración.
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