miércoles, 9 de junio de 2010

EL INTOCABLE

-José Rivero García-

MIAMI, Florida, junio, www.cubanet.org 

-Desde que conocí a Silvio en un pequeño y oscuro apartamento de Centro Habana, a mediados de los años sesenta, me llamó la atención el apego de aquel joven flaquísimo y pausado por repetir las canciones de Bob Dylan y leer en voz baja las poesías de Vicente Huidobro. Acababa de terminar el Servicio Militar y se presentaba en alguna que otra tertulia donde El Rojo Wichy Noguera y Guillermo Rodríguez Rivera, entre otros, comenzaban a florecer una poética equidistante de las fórmulas aparentemente nacionalistas que trataba de imponer la cultura oficial.
Silvio se presentaba con baladas que nada tenían que ver con la trova tradicional -como sí ocurrió con Pablo Milanés -, y sus letras nerviosas y surrealistas llamaron la atención de los jóvenes de su generación, a los que se sumaron Noel Nicola y Mike Pourcel, dos talentos que sí tenían formación musical y que con Pablo y Vicente Feliú, encabezaron lo que se llamó el Movimiento de la Nueva Trova.
Pero Silvio quiso ser poeta. Wichy me contó cuando coincidimos en su etapa de desterrado en Isla de Pinos, que sentía una gran admiración por el Silvio trovador, pero le daba pena el Silvio poeta que, según Wichy, nunca le habían premiado un texto en los concursos de poesía que convocaba la Unión de Jóvenes Comunistas (El Premio David) o la Unión de Escritores, que dirigía Nicolás Guillén. Guillén nunca le dio el beneplácito de poeta al trovador. "Sus canciones no son muy troveras", me confesó Nicolás en una entrevista aparecida en El Caimán Barbudo.
Después de salir despedido de un programa de televisión, Silvio fue rescatado por Leo Brouwer para formar parte de un experimento musical (el Grupo ICAIC) junto a Pablo, Nicola, Sara González, Ramos y otros jóvenes, que apenas duró dos o tres temporadas. Ya en esa época Silvio había regresado de un viaje ultramarino donde se uniría a un personaje muy importante en la vida artística y social del trovador.
Le decían Tito. Nunca supe su apellido. Aquel ex agente del G2 y funcionario de la pesca, devino manager, escolta, mentor y "orientador" del nuevo Silvio Rodríguez. El Silvio individualista, intocable y dueño absoluto de su reino. El Silvio que no permitió jamás que dudaran de su imperio.
En 1979, en el festival de la trova de Guantánamo, en un reportaje que publicamos en El Caimán Barbudo, destacamos el surgimiento de nuevos valores de la trova, con una poesía muy cubana y apoyada en ritmos tradicionales. Al intocable de Silvio no le gustó el artículo y envió cartas y reclamos a los dirigentes de la cultura exigiendo que se "castigara" al reportero. Nunca fueron un secreto las broncas del trovador con la empresa discográfica castrista (Egrem). La despreciaba porque los beneficios de sus discos no iban a parar a sus bolsillos. De ahí que apenas daba conciertos en la isla. Sus giras por América Latina y Europa eran más "sustanciosas", se pagaban con moneda dura, con verdes, que son los billetes que al intocable le gusta atesorar para construir el socialismo. En una de las rarísimas giras que dio en Cuba, a principios de los 90, el trovador escogió a los periodistas que lo acompañaban. Pero era imposible entrevistarlo o conversar o intercambiar algún comentario. Silvio se hospedaba en las casas de visitas del Ministerio del Interior, alejado de los hoteles donde estaban los músicos y periodistas que lo acompañábamos. Sólo una tarde, mientras caminábamos por las arenas de Cayo Coco, pude acercarme al trovador y preguntarle alguna que otra bobada. No le gustaba hablar con la prensa cubana. Siempre la desestimó. Pienso que ahora que Silvio aterriza en USA se va a cumplir un gran deseo del intocable: pasearse por las grandes ciudades del imperio, vender muchos discos y boletos, hacerse aclamar por la gran prensa y regresar a la isla donde vive aislado y protegido por los funcionarios que él mismo desprecia. Y aunque no ha programado ningún concierto en Miami – el más cercano será en Orlando-, el intocable le dará el gustazo a sus seguidores, en una casona de Coral Gables, solo para los acólitos del castrismo pero, eso sí, a un costo de 500 guayacanes… ! Pues hay que ayudar a construir el socialismo!
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