Me he sentido feliz, al menos la esperanza reavivó mi espíritu tras conocer de la excarcelación del
Doctor Oscar Elías Biscet. Después de haber sido condenado a veincinco años de injusta cárcel, por fin, se abren para él las rejas de la prisión pequeña de mi país.
En las prisiones cubanas languidecían junto a cientos de presos políticos, 56 de los 75 de la Primavera Negra. Todo apuntaba que allí purgarían las condenas atroces a que habían sido condenados. Los tribunales del castrismo condenan a montones de años como si de beberse un vaso de agua se tratara.
Pero sin duda alguna no contaron con que un humilde albañil de Banes, Holguín, llamado
Orlando Zapata Tamayo, conmocionaría la opinión pública mundial tras su muerte. Orlando Zapata Tamayo falleció después de sostener una huelga de hambre por ochenta y tres días. Su demanda: un mejor trato carcelario y respeto a los presos políticos. Sus carceleros le negaron el agua por diecisiete días para hacerlo desistir de su huelga, no lograron quebrantar su espíritu, pero lograron colpasar sus riñones, lo asesinaron.
Por esos días de la muerte de Orlando Zapata se conmemoraría el 7mo. aniversario de la Primavera Negra. Unas mujeres de blanco que dominicalmente se reúnen en la iglesia Santa Rita de Cazia, de un barrio habanero, para pedirle a la santa el milagro de abrir las puertas de las prisiones a sus familiares, tomaron la determinación de salir cada día a protestar en el marco del aniversario. La muerte de Zapata dio impulso al reclamo de
Las Damas de Blanco, entre ellas Reina Luisa Tamayo, con el coraje que consigo llevaba la pérdida de su hijo Orlando. Las abominables turbas que prepara el régimen para compelir cualquier signo de oposición en la isla arremetieron contra ellas. Las imágenes de la brutal represión recorrieron el mundo gracias a la magia de la internet.
A un día de la muerte de Zapata, un disidente villaclareño, decretó su huelga de hambre.
Guillermo Fariñas, se preparó a morir hasta tanto los veintiseis presos políticos más enfermos fuesen liberados. Así transcurrieron ciento treinta y cinco días en que Fariñas, al borde la muerte y
los cubanos exiliados alrededor del mundo convocaran a marchas y protestas lograran vencer al asesino sistema castrista.
Los Castros, ante la repulsa mundial y con la cuestionada intercepción de la Iglesia Católica cubana, a duras penas, accede a excarcelar a los prisoneros de la Primavera Negra.
El Doctor
Oscar Elías Biscet, a quien el régimen consideraba "la perla de la corona" se encuentra hoy entre los suyos. Ellos están temerosos ante la connotación que está tomando su nombre. Galardonado con la Medalla de la Libertad de los Estados Unidos de Norteamérica, nominado para el Premio Príncipe de Asturias y recientemente nominado para Nobel de la Paz, resulta una verdadera pesadilla para la gerontocracia castrista.
Su carisma y su tipo de lucha, hacen la diferencia en el
Doctor Biscet, tal vez sea el líder que logre aunar a toda la oposición cubana y de al traste con el envejecimiento y la moral corroída de un régimen que ha arruinado a nuestra isla a lo largo de este medio siglo.
Una esperanza para Cuba llamada Biscet
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