Aun recuerdo con nitidez aquellas campañas que realizaba la prensa cubana, en los días previos y los siguientes, a las intervenciones en la llamada “Ofensiva revolucionaria”, efectuada esta, en el año 1968, cuando fueron intervenidos todos los pequeños negocios, que eran el sustento mismo, de una parte importante, de la población cubana. Recuerdo al semanario ‘Palante’, donde se mencionaban las siglas de una imaginaria empresa, a la que llamaban ECOCHINCHE. La describían como la Empresa Consolidada, de Chinchales y Timbiriches. Consolidar empresas, fue un sistema muy utilizado en aquella época para concentrar todo el poder económico en manos del estado dictatorial y con cualquier pretexto. Este decir, lo utilizaron para criticar, los mil y un, pequeñísimos negocios, que poseían los cubanos en su lucha por la sobre vivencia.
Hoy cuarenta y dos años después de aquellas intervenciones en la economía social y familiar, que dejaron a la población cubana en la ruina total, retornamos a la ECOCHINCHE y por “Decreto Presidencial”. Esto es, como lo plasmaba el morocho del arrabal, en aquel antológico tango, “Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien…” Lamentado en el desengaño sufrido, por una vida perdida en vano, lleno de añoranzas por el pasado. La revolución cubana, hijos míos, ha sido un rotundo fracaso. Debemos comenzar nuevamente desde cero, porque en todos estos años, lo único que hicimos adecuadamente, fue comer bastante catibía. Claro, la catibía la comía el pueblo cubano, porque los Señores, Fidel, Raúl, su cohorte y sus acólitos, se hartaban mientras tanto, de la carne prohibida para Cuba y los cubanos, la carne vacuna o la bueyuna. Así cualquiera se pasa cuarenta y tantos años, equivocado, aunque en verdad, todos reconocemos que rectificar es de sabios, sobre todo, si el o los sabios viven como Reyes, durante todos esos años de equivocan cía.
En estos días vemos como renacen por doquier, miles de timbiriches. Por todas partes proliferan y esto me trae recuerdos de aquellos años vividos, tan añejos y distantes. Las calles de la Ciudad de la Habana, comienzan a parecerse un poco, a las calles de Habana de los años cincuenta. Pequeñas mesas, mostradores y vidrieras. No obstante, aun no se ven aquellas carretillas, llenas de frutas, viandas y legumbres y dudo que se vean en estos tiempos de aguda escasez. Tampoco se escuchan los pregones diversos, cantados en tiempos pasados, por los vendedores ambulantes.
Ahora y en cualquier puerta, surge un tablero donde se vende cualquier cosa, desde un pan con algo, hasta discos de música o video. En muchos lugares se venden artículos similares y a precios afines, lo que augura una feroz competencia para obtener algo, del poco dinero circulante, en la precaria economía popular. Pronto cerrarán los negocios que no logren sobrevivir a tantos impuestos, gravámenes e inspectores corruptos. Los que no consigan adaptarse, desaparecerán rápidamente, aunque tampoco existe mucho margen de maniobra para los que no demuestren una ingeniosa habilidad, en este sistema de mili-micro comercio.
No se permite tampoco, el crecimiento del negocio, ni su concentración en manos habiles, para mejorar así, la eficiencia, la productividad y competencia, dada las irracionales restricciones impuestas por los pésimos aprendices de capitalistas, que hoy desgobiernan el país.
Los gravámenes son abusivos y conducirán irremediablemente al fraude. Tengo un amigo dulcero. Me cuenta que el azúcar tiene que comprarla por divisas y le cuesta un ‘cuc’ la libra o sea veinticinco pesos cubanos. La harina de trigo, también en divisas le cuesta muy cara, alrededor de doce pesos cubanos, los colorantes, saborizantes y demás aditivos debe adquirirlos en las shopping. Los huevos a peso y medio, pero con la inestabilidad del mercado y la escasez, no los halla y solo se consiguen en la bolsa negra. Además debe pagar un ayudante, obligatoriamente y contribuir a la seguridad social de ambos, por lo que le resultará irrealizable, el dispendio de su licencia. Para que le sea rentable el negocio, tendrá que hacer trampas. Los inspectores le exigen los vales de compra, lo que ha dado lugar a la venta de vales falsos y las mercancías verdaderas, se compran ‘por la izquierda’ y a un precio menor que en las tiendas estatales o sea, tendrá que comprarlas en bolsa negra, producto del robo en almacenes y dependencias del estado. El desfalco continuará invariablemente y muy probablemente se incrementara, por lo que el fracaso del sistema, está más que garantizado.
El general, proclama, que no retornará al capitalismo del pasado, pero eso que está imponiendo, no es más que un riguroso capitalismo monopolista de estado, cruel, brutal y despiadado. El verdadero socialismo, ni existe, ni funciona y se encuentra solo, en la ilusa imaginación de algunos trasnochados, anclados estos, en la babeante bobera permanente.
Todavía nadie ha podido imaginar, como es que puede funcionar adecuadamente el socialismo, cuando las relaciones económicas en el planeta, están dominadas totalmente, por el mercado y por el capital. Los países socialistas, inventaron aquel utópico sistema de comercio interestatal y la llamada relación socialista, con el flamante, Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), pero resultó ser un fracaso total y por ello, todos sus integrantes se arruinaron y se desmoronaron, estrepitosamente.
Aquel sistema no era factible, ni funcional, porque siguieron dependiendo del mercado capitalista, al que tenían que comprar tecnología, maquinarias, insumos, etc, etc y no tenían como generar divisas.
Es absurdo pensar, que un pequeño país, en la ruina total, como está Cuba, pueda sobrevivir con un sistema social, completamente diferente al del resto de la humanidad, eso ni siquiera lo pudo alcanzar la gigantesca y poderosa Unión Soviética, con las quince supuestas Repúblicas que la constituían, casi la mitad del mundo.
China y Viet Nam, son, hoy por hoy, países completamente capitalistas, aunque política y militarmente los controle un apócrifo, Partido Comunista. Sus economías, son economías de mercados y capital.
Durante más de cincuenta años los cubanos nos hemos acomodado, en un insólito sistema de sobre vivencia recóndita, que solo, nosotros mismos comprendemos. Aquí priman la corrupción rampante, el amiguismo rayano, el latrocinio desmedido, el ‘nepotismo gubernamental’, la estafa ingeniosa, el fraude, la maraña cotidiana, el invento habitual, y el etc, etc. ¿Como piensa Raúl Castro, que el puede a acabar con ese procedimiento, tan enraizado, durante tantos años y mucho más intrincado que el de la ‘cosa nostra’ siciliana? Recuerdo años atrás, cuando unos muchachos que pasaban el servicio militar, hurtaban, una pipa de gasolina semanal. Y no piense que era un pequeño camión de poco tonelaje, sino un gigantesco KRAS-Katanga, que hacían descender por un barranco y vaciaban en tanques de doscientos litros (55 galones), en un clandestino negocio, formidable, de venta de gasolina. Gasolina especial, de la más alta calidad y octanaje. Ya los intrépidos niños, querían extraer, hasta dos pipas semanales del pozo militar.
Ante la alerta, por tales volúmenes de combustible desviado, ellos respondían, - esto lo sabe el jefe de la Unidad y el recibe su parte. A la cisterna donde se almacena el combustible, le caben más de dos mil pipas como esta y constantemente la siguen llenando, por lo que no se sabe nunca, la cantidad real que hay acumulada.
Esto ocurría en el corazón mismo de su ejército, mi general y debe seguir ocurriendo en estos días. Esta, es solo una pequeña anécdota, en donde existen miles. Si usted, verdaderamente, no podía controlar ese pequeño predio, que son las Fuerzas Armadas, yo dudo, que pueda controlar todo el país.
Cuando alguien decía por ejemplo, que en el Ministerio de la Construcción había ocho mil trabajadores directos a la producción, entre ellos, albañiles, carpinteros, plomeros, pintores, etc y doce mil custodios, cualquiera pensaría que esos custodios, están allí para evitar el hurto y el robo. Pero en verdad, lo que hacen ellos, es precisamente, regular ese hurto y aquel robo, que se efectúan constantemente y en el que los vigilantes participan, ciento por ciento. Para robar, hay que dejarles la parte de ellos. Quien puede controlar un país así ¿Raúl? Que ni lo sueñe el general.
En un país donde nadie se dueño, a nadie le preocupa la depredación de los bienes de estado y todos tratan de obtener la mejor parte del botín. Cada quien se lleva lo que puede, ¡Total, si no me lo llevo yo, se lo va a llevar otro! Así pensamos y así actuamos. Esa es la naturaleza de los humanos, pero sobre todo, de los cubanos y los dictadores lo saben perfectamente y por experiencia personal, porque lo practican y porque han vivido en todos estos años, desfalcando, ellos mismos, el erario público. ¿Es falso eso, mis queridos tiranos?
Los que le conceden alguna credibilidad, a las llamadas reformas de Raúl, están completamente errados y desacertados. No habrá tales reformas, todo es solo, la amarga prolongación del sufrimiento. Si ellos pretendieran reformar en algo el sistema, lo harían de forma diáfana y transparente. El pueblo cubano lo comprendería de inmediato y trabajaría en ese sentido. No harían falta congresos, convenciones, ni lineamientos, todo sería sencillísimo.
Cuba, no es un país de leyes, ni de instituciones, ni siquiera se necesita el funcionamiento del ficticio parlamento cubano, llamado eufemísticamente, “La Asamblea Nacional del Poder Popular”, aquí, todo lo decide una sola persona y en el mejor de los casos, dos, el resto es puramente una farsa. Cuando lo intentaron en la anterior ocasión, en los años noventas, no necesitaron, ni de un congreso para instituirlo, ni siquiera de un pleno, lo hicieron desde ya, simplemente, pero luego lo repensaron y retrocedieron. Ahora saben que nadie les creerá y por ello tratan de convencer a todos y a toda costa, de que esta vez, si será una reforma definitiva y en serio, pero eso es una mentira más, entre las tantas miles, que han dicho durante todos estos años, de dictadura y de maldad.
Hablan de las ideas de Carlos Marx, pero Marx murió en el año 1883, más de cien años antes de que en 1993, se realizaran aquellas tímidas reformas, recomendadas por Felipe González, Presidente a la sazón, del gobierno español en ese entonces. Ya Carlos Marx había dicho todo lo que iba a decir y después de 1993, que yo sepa, no dijo nada más. ¿Porqué pararon aquellas reformas? y ¿Porqué será diferente en esta ocasión? En aquel momento lo hicieron para salvarse y en este momento, también buscan su salvación. Quieren de todas formas, prolongar la existencia de su dictadura, cuatro o cinco años más, para ver si se acaban de morir de viejos y no los mata el pueblo cubano, colgándolos del primer árbol que encuentre a su paso, pero ahora se hundirán definitivamente, de una buena vez y por todas, porque nunca segundas partes fueron buenas y ellos van, por la parte enésima.
Héctor Julio Cedeño Negrín
Periodista Independiente de Cuba.
PRENSA INDEPENDIENTE DE CUBA
Ciudad de la Habana, enero de 2011.
Llego el 2011 el año de apretarse una vez más el cinto, los cubanos del insilio no saben o no tienen muy claro la dimensión del castigo que se cierne sobre ellos, retorna de nuevo la opción cero pero esta vez con cepos muchos más modernos y refinados para el castigo, el general al mando y timonel absoluto de ese caimán destartalado que flota en el Caribe a la deriva, pretende revivir su revolución, esa que con su propia centralización, totalitarismo y hermetismo ha provocado por si sola todas las penurias que disfrutan los cubanos hoy con estricta obligatoriedad, otra historia más de consignas "ahora sí", cuando en realidad la consigna debería ser "nunca más".
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